A pesar de que este blog es para yoguis y debería centrarme en los gurús, voy a tomarme la licencia de extralimitarme (porque hoy tengo tiempo, y creo que la figura lo merece).
Engalanados con el anglicismo “coach”, una horda de nuevos personajes invade el horizonte del entrenamiento y del entretenimiento, desde la guía conductual pasando por programas como La Voz hasta adiestramiento deportivo ¿de qué planeta habrán venido?
La religión tiene mala fama y la mitología está en desuso. La modernidad inauguró un proceso de secularización que la ilustración llevó hasta el extremo, y Kant estableció por fin “la mayoría de edad del individuo”. ¿Pero hemos crecido tanto en realidad? ¿Nos hemos emancipado ya? Yo creo que no hemos pasado aún de la pubertad porque ¿no asume el coach las funciones del antiguo chamán como los ídolos del fútbol suplen a los dioses del Olimpo y los superhéroes Marvel sobrevuelan el espacio mitológico? El coach ocupa en la estructura social la misma posición que el gurú, ese lugar que el mero entrenador (demasiado específico, limitado) y el psicoanalista o el psicólogo (tan serios con sus ganas de ciencia), nunca lograron llenar totalmente. Igual me equivoco, pero a veces, el coach incluso sustituye al abuelo, al venerable anciano sabio de toda comunidad “salvaje”, aquel que en nuestra sociedad emancipada en el mejor de los casos ya no es sabio y, en el peor, estorba.
Arropado por la ambigüedad constitutiva de sus funciones y ensalzado por el préstamo lingüístico de su título, el coach permite llenar efectivamente el vacío que la autoridad espiritual dejó cuando se retiraron esos dioses que, desde entonces, vagabundean. Por eso, esto no es una valoración despectiva a la figura del coach (los hay, seguro, de muy buenos) sino sencillamente un ejercicio de análisis liviano, dedicado a esa sociedad que se cree laica, en su mayoría de edad, y que rellena, como puede (con anglicismos, a veces), su vacío existencial.
Lo único reprobable, en todo caso, es la mirada por encima del hombro y el olvido: vintage el sacerdote, el coach mucho más cool.